Vicio para mis oidos

jueves, 25 de diciembre de 2008


No me acuerdo muy bien
cuántos besos dejamos en cada esquina,
pero imposible olvidarme

de aquel cuarto donde aquella noche subió...  la adrenalina.

Y se juntaron Rosario y la Capital,

se juntaron el bien y el mal,
se juntaron dos almas en una sola

se juntaron Sabina y Piazzolla,

se juntó una religión que era puro corazón

con otra que nunca existió,

se juntaron dos camas y no alcanzaban
para tanto fuego, tanta acción,
tanto descontrol.

Elegimos el colchón más chico
y pareció de dos plazas,
cuando el colchón terminó bienvenido fue el piso
del comedor de su casa.

A cada beso caía una estrella,
cada arañazo calmaba el dolor,
cuando me acuerdo de ella
levanto mi vaso y brindo
adonde quiera que estés
por nuestra canción.

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