
Esta semana vino a verme una pareja que llevaba ocho años de casados y con dos chiquitos. En la sesión ella plantea que tiene una relación con otro hombre, y que quiere que él le dé un tiempo para vivir eso y luego resolver si pueden seguir juntos. Él la quería matar, no quería darle el tiempo que ella pretendía, quería un divorcio ya. Yo me quedé pensando que podríamos trabajar lo que le pasa a esta mujer como una actuación o expresión del resentimiento que viene acumulando hacia él. Pero en este momento, que ella tiene tal metejón con otro hombre, lo más viable es que viva esto y luego, si se le pasa y quiere reconstruir el vínculo con su marido, que vengan a verme.
Obviamente, también pensé que ella debería haberse callado, y bancarse esta situación sola, esperar a que se le aclaren las cosas antes de hablar. Cuando conversamos, él entendió que ella no puede parar esto que le pasa, que aunque él le pida que no vea más al otro, ella no puede hacerlo. También le podría haber pasado a él.
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